Saber por qué te ocurre lo que te ocurre, puede generar un alivio en muchos casos, incluso puede ser de gran ayuda a la hora de dar un sentido, resignificar y comprender lo que sientes.
La crisis como oportunidad de crecimiento
«No sentimos todos lo mismo, seguimos siendo nosotros»
¿Nos hallamos todos frente al mismo problema? ¿De repente, todos leemos la realidad desde el mismo filtro?¿Damos todos las mismas respuestas ante confinamiento o el caos? No.
En un principio, como psicóloga, caí en la trampa, mis primeras intervenciones comenzaron a dirigirse hacia donde nos dirigíamos todos: a la generalización en las pautas. No significa que no sea importante orientar a la población para dar orden al caos con pautas comunes. Pero es importante no perder de vista lo particular en cada uno.
¿Sentimos diferente frente al mismo confinamiento?
Es verdad, que ante situaciones de emergencia aparecen emociones comunes: ansiedad, miedo, confusión. Como también ocurre, por ejemplo, frente al duelo, donde aparecen emociones como la tristeza o el vacío.
Pero no todos respondemos de la misma manera ante la misma situación.
La práctica clínica, en medio de la actual crisis, dejó de manifiesto algo obvio: los pacientes, con quienes debemos seguir trabajando, siguen teniendo, en esta situación, el mismo problema: el de siempre. Muchos han convertido la crisis actual en la misma “cuestión” que siempre les ha hecho de obstáculo para vivir: apatía, depresión, activación, desactivación, enfado, tristeza, desesperanza, lucha. Han respondido siguiendo la manera habitual y automática de responder frente a los problemas.
Es decir, al que nunca le alcanzaba el tiempo, seguía sin tenerlo en el transcurso del confinamiento. Quien nunca hacía lo que le gustaba, seguía sin hacerlo, aún con el doble de tiempo. El emprendedor al que nunca le faltaron ingresos económicos, elaboró una estrategia para seguir produciéndolos desde casa. El oposicionista quería saltarse las normas. Y así, la lista es infinita.